Salmo CXLVII
Lauda, Jerusalem
Jerusalén
gloriosa,
ciudad del cielo amiga y amparada,
loa al Señor, gozosa
de verte dél amada;
loa a tu Dios, Sión, de Dios amada.
Porque ves con
tus ojos
de tus puertas estar sobrecerrados
candados y cerrojos;
y a tus hijos amados
bendijo en ti por siglos prolongados.
De bien y paz
ceñida
tanto te guarda Dios, que no hay camino
por do seas ofendida;
y con manjar divino
te harta y satisface de contino.
Aqueste Dios
envía
a la tierra su voz y mandamiento,
y con presta alegría
le obedece al momento
sin poder resistir todo elemento.
Envía y lanza
nieve
como copos de lana carmenada;
aqueste es el que llueve,
y esparce niebla helada,
menuda cual ceniza derramada.
Envía también del
cielo
cual planchas de cristal endurecido
el riguroso yelo,
cuyo frío crecido
no puede reparar ningún vestido.
Y aunque está más
helado,
se derrite al divino mandamiento;
sopla el sonido airado
de algún lluvioso viento,
y al punto suelta el agua el fundamento.
Y aqueste Dios
declara
su palabra a Jacob, su pueblo amado;
y en Israel, que ampara,
nos ha depositado
la ley y ceremonias que ha ordenado.
No ha hecho Dios
tal cosa
con todas las naciones juntamente,
ni con lengua piadosa
manifestó a otra gente
su corazón tan cierta y tiernamente.